Aquí tienes un artefacto que parece salido directamente de la guarida de un dragón… o de un artesano ginebrino especialmente inspirado y ligeramente cafeinado. Con su madera tallada, sus grabados ardientes y su emblema dracónico que casi parece respirar, esta caja de dados atrae la mirada como un tesoro recién desenterrado. Dan ganas de soplar para comprobar si aún echa humo.

Por fuera, la tapa recuerda la puerta de un antiguo santuario, cubierta de tablas marcadas por el fuego y rodeada de un motivo rúnico que gira alrededor del gran dragón central. Al abrirla, la atmósfera cambia: el interior revela un estuche trabajado con esmero, pensado para guardar tus dados como un dragón guarda su oro. Los compartimentos hexagonales encajan perfectamente con cada dado, y la superficie acolchada de lanzamiento amortigua los golpes con un confort casi real. Incluso los dados que tus jugadores llaman “malditos” parecerán importantes dentro.

Las alas talladas en los paneles parecen listas para cerrarse y proteger su tesoro, y cada detalle refuerza la impresión de que esta caja fue hecha para un aventurero… o para un dragón demasiado educado para admitirlo. Una vez cerrada, evoca un cofre místico que solo debería abrirse tras completar una misión, obtener tres favores divinos y sobrevivir a una tirada de salvación contra el miedo.

Y como la magia también está en la personalización, este estuche puede llevar tu nombre, el de tu personaje o un mensaje misterioso que solo los verdaderos iniciados comprenderán. Puedes guardar tus mejores dados, tu set favorito o simplemente presumir un poco en la mesa — lo cual, seamos honestos, también es parte del juego.

Es una caja que convierte cada tirada en un ritual, cada apertura en una ceremonia y cada partida en un momento aún más épico. El tipo de objeto que hace que los jugadores digan: “Vale, la quiero.” Y que el DJ responda en silencio: “No.”