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Tu puerta a tesoros místicos y maravillas alquímicas.
Tu puerta a tesoros místicos y maravillas alquímicas.
Estatuilla dorada de Lilith, símbolo de independencia y poder femenino. Entre luz y sombra, encarna la rebelión sagrada. Ideal para altar, rituales o gabinete de curiosidades.
Es la sombra olvidada de los mitos.
El primer grito de libertad.
La memoria de lo indomable, donde la luz se niega a apagar la noche.
Lilith no es simplemente una entidad mitológica. Es un arquetipo.
El de la mujer soberana, que rechaza la sumisión.
El del ser completo, sexual, mágico, oscuro y luminoso a la vez.
El del poder que los dogmas intentaron borrar — pero que regresa, incansablemente, en sueños, rituales, llamas.
Orígenes ocultos y mitológicos
En la antigua tradición hebrea, Lilith es descrita como la primera esposa de Adán, creada como él a partir del polvo, igual a él, libre y completa. Al negarse a someterse a su autoridad, huyó del Edén, prefiriendo el exilio a la sumisión.
Es aquí donde nace la gran mentira patriarcal: la convierten en demonio, súcubo, madre de demonios, asesina de recién nacidos y seductora de hombres dormidos. Pero en tradiciones alternativas, esotéricas y feministas, vuelve a ser lo que nunca dejó de ser:
Una diosa de la Luna Negra,
Una figura de la sexualidad sagrada,
Una sacerdotisa de las sombras,
Una guardiana de la verdad interior.
La representación que ves aquí es un homenaje a la Lilith original — mujer, diosa y fuerza oculta.
Realizada en resina con acabado dorado mate, se alza como un busto ritual, mitad humana, mitad demoníaca, y sin embargo de belleza soberana.
Cada pliegue, cada reflejo, cada detalle parece impregnado de la memoria de cultos prohibidos — los de sacerdotisas nocturnas, oráculos de la Luna Negra, invocadoras de verdades enterradas.
Una presencia para iniciados
Lilith es una fuerza ambivalente. No acaricia. Despierta. No está aquí para consolar, sino para recordar. Te mira directamente y pregunta:
«¿Qué has negado de ti mismo para agradar al mundo?»
Esta estatua está dirigida a:
Usos rituales y estéticos
Una llave hacia lo que muchas veces nos negamos a ver:
Nuestra rabia justa.
Nuestros instintos prohibidos.
Nuestros deseos innombrables.
Nuestra soberanía perdida.
Lilith no pide oraciones ni cadenas. Se contempla, se respeta, y tal vez… se sigue.
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